domingo, 8 de mayo de 2011

Ñañaña.

Reconozco que me gustaría que el chico malo mandara a hacer puñetas a un imbécil baboso y me detenga cruzándose delante mía con su moto y me diga: Venga, te acompaño a casa, si no esta noche acabaré por pelearme con medio mundo. Que los chicos buenos nunca son perfectos, al menos con estos sabes a qué atenerte.

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